Y de cómo la caída de tan extenso personaje puede perturbar la vida de una familia moderna... siga leyendo...
Se cayó la conexión de pata ancha y no se
calló con la caída, sino todo lo contrario, la muy méndiga parecía alarma de pila de emergencia llorando
en Jitanjáfora; pip, pip, pip.
Como es por todos conocido, la familia moderna no puede continuar su
existencia en armonía, si su WiFi está rota y desconectada… parecía decirnos
“Me duele la rodilla por haber brincado, aunque no me duele haber brincado de
gusto al verte llegar a casa” Y el cariño de la can por su familia debe poseer,
sin duda , algún tipo de banda magnética con cableado al corazón, pues lastimada y todo, al ver a algún objeto de
su afecto, daba el salto cuántico que le atormentaba nuevamente sus conexiones
extremas, activando de facto el mentado “no brake” de sus dolores, la familia
permaneció unida en torno a su descontento y preocupación, hasta que el
zootecnista cibernético aplicó los consabidos mapeos de fibra óptica y
muscular, suministrando la inyección de megahertz necesarios para restaurar
redes y tejidos. Con la Wifi estable y a toda velocidad, la vida volvió a ser
la misma en la casa de los Schnauzer, perdón, de los Staufert.